Si has llegado aquí buscando una respuesta a una cuestión médica, no es ésta tu página. Si, por el contrario, buscas conocer a la persona que te asiste, aquel a quien explicas las cosas más íntimas y delicadas, quizás sí que lo encuentres aquí. El conocimiento mutuo comporta, a la larga, el aprecio.
jueves, 15 de octubre de 2009
A las 8 de la tarde... completamente vacío
Eran las ocho y, en lugar de estar feliz por el final de mi jornada laboral, de salir corriendo del centro, coger el coche y volver a casa, a mi casa, a mi refugio, he notado que me faltaban las fuerzas. He notado que me costaba recoger, que no tenía ánimo para cerrar el ordenador, ni para guardar las recetas en el cajón correspondiente. Me he sentido vacío. Vacío de energía, vacío de ánimo. No triste, no. Vacío.
No es la primera vez que me pasa. Y cuando intento explicárselo a los compañeros y amigos, me cuesta definir la sensación. Por más que lo intento, sólo me viene a la cabeza una palabra: Vacío.
Y es que no es la sensación que se tiene un día en que has desayunado pronto, no has parado ni a orinar, y comes tarde (más bien, meriendas). Eso es hambre. Y no es lo que he sentido hoy.
Tampoco es la sensación que a uno le queda cuando le abandonan los amigos o familiares y lo dejan sin más compañía que su circunstancia. Eso es soledad. Y tampoco es lo que he sentido hoy.
Yo me he sentido vacío. Vacío de energía. Vacío de ánimo. Vacío de fuerzas.
Cada vez que me pasa esto pienso que será la última. Sé que debo asumir que mi jornada asistencial dura 5 horas, e intentar repartir las fuerzas en ese espacio de tiempo. Porque uno empieza a las 3 de la tarde con ganas, sonriendo, repartiendo empatía y entusiasmo. A las 4 aún dura ese estado, pero ha perdido intensidad. A las 6, vas haciendo. A las 7 sobrevives. Y a las 8, llega el vacío. No te quedan ganas.
Mañana será otro día. Volverás con energías renovadas. Después de una mañana más o menos ociosa, llegarás a las 2 al centro con la sonrisa puesta. Y a las 3 volverás a sentir que te vas a comer el mundo. Ilusiones del entusiasta. A las 8 todo vuelve a su lugar.
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He llegado a tu blog por azar, como se llegan a muchas cosas buenas de la vida.
ResponderEliminarA veces el vacío es la confirmación nítida de la existencia.
Un saludo,
Martha
No sabes cuanto te entiendo, aunque nos dediquemos a profesiones muy distintas, al final del día sientes que te has esforzado de forma inútil. Tú medico, yo Informática. Ambos siempre disponibles, siempre sabios a cualquier pregunta sobre cualquier area que te quieren hacer, siempre dispuestos a trabajar, siempre “sembraos”… y lo mejor de todo es la ingratitud, ya puedes haber descubierto un agujero en la contabilidad de la empresa que les va a salvar el culo o bien en tu caso imaginate la pastilla milagro que librará de miles de enfermedades al mundo, que te dan las ocho de la tarde y las personas siguen mirandote, aún, como si les debieras algo. Es ese continuo cansancio por las cosas, esa presión , en la que vives , ese apuntarte con el dedo de forma constante…
ResponderEliminarContra eso no hay nada, solo el paso del tiempo, aprender a convivir con ello y sentirte orgulloso porque sabes que aunque nadie te lo reconozca haces correctamente tu trabajo.
Animo.
Me ha gustado tu blog!
He leido con mucho detenimiento esta publicación "al desnudo", asi lo defino. Quiero expresarle que casi todos los seres que hacemos un trabajo con pasión y compromiso nos sucede lo mismo, cuando llevamos la sonrisa a muchos y buscamos tener la varita mágica pára otros, al llegar el ocaso nos pasa igual.
ResponderEliminarYo trabajo para la parte Educativa Ambiental y cuando voy a algún lugar de mi país y comparto el día a día con las personas dando lo mejor de mí y recibiendo de ellos su humildad, pero viendo la putrefacción en algunos casos donde viven, debo formular trabajo para hacer mejor su medio, alli soy toda energia..pero al regreso no se decribir ese abismo en mi...lo he logrado superar en algunas ocasiones recordando los momentos mágicos del día y es alli que le arranco una sonrisa al silencio...
Animo ...! y Felicitaciones por este articulo...
Makira@yahoo.es
Ese vacío parecido a los sueños que tenías de pequeño, en donde caías al vacío sintiendo un desgarrador miedo y preso de la inmovilización.
ResponderEliminarEse vacío lo conozco, es cómo el tuyo o parecido. Por un lado la tremenda satisfacción de haber realizado las cosas según "mi" escala, en donde la honestidad ocupa el primer lugar. Y, por el otro lado surge,se presenta... aparece sin llamarlo el vacío del dolor ¿Porqué? quizás sea la soledad del alma? la puesta de sol que hace ir más rápido a la gente? o simplemente sea una añoranza encubierta sin capacidad de encuentro?
Las profesiones no influyen en esto. Son las personas y sus circunstancias, como apuntas en tu escrito. Estás sólo/a ante el mundo y lúcido como para detenerte y escribir sobre ello y de paso aligerar la mochila. No sé si tiene cura (aunque algunos médicos atiborren de pastillas hasta anularte) pero un remedio sano es hacerle frente y ser positivo. Es decir, reconocer sus sintomas y ser condescendientes con nosotros mismos.
¿Has pensado en una mascotilla que te espere al llegar a casa?
He leido lo que has escrito y por una parte me ha apenado (porque me ha recordado mis propios sentimientos) y por otra me he sentido aliviada al saber que no soy la única que se siente así a veces.
ResponderEliminarYo soy médico de familia, como tú, pero desde hace un año trabajo en continuada, algo que no había hecho antes, me refiero de forma continua y exclusiva. Cuando pasaba consulta de primaria no me pasaba tanto, pero ahora es algo frecuente sentirme así, como tú te expresas, vacía.
Creo que, como alguien comentó, o al menos es así en mi caso, se debe a que haces mucho por los demás pero no recibes nada o casi nada a cambio. Es cierto que yo no trabajo con una sonrisa, animando, explorando con interés, escuchando en silencio o mostrando toda mi empatía sólo para que al irse de la consulta me den las gracias, es evidente; lo hago porque sale de mí, porque es mi personalidad y porque creo que es lo mejor para mis pacientes, aunque yo haya tenido un día horrible, me duela la cabeza a estallar o tenga un problema personal serio que me agobia. Pero qué hermoso es recibir aunque sea sólo una sonrisa de agradeciento, y que poquitas veces pasa. Ayer una de mis pacientes habituales de urgencias me dió un abrazo reconfortante (eso fue lo mejor) y me regaló una bolsita de cerezas recogidas de sus campos...y casi lloro. Tampoco olvido a dos hermanas (que no monjas)ya muy mayores que al irse de la consulta me agarraron entre las dos y me dieron un montón de esos besos sonoros de abuelas. Es maravilloso que alguien, aunque sea sólo uno, se de cuenta del esfuerzo que algunos hacemos. Me entristece que los pacientes le den más valor (y más regalos, aunque a mí eso, sinceramente, me da igual)a los médicos déspotas, de mal humor y trato distante, (a los que parecen deben conquistar sus atenciones con regalos y elogios) que a los que nos implicamos, a los que damos un abrazo o nos pasamos un buen rato escuchándolos sin mirar el reloj. Pero esta sociedad es así.
Yo no sé tú, pero yo además alimento esa sensación de vacío con la falta de compañerismo que tengo que sufrir cada día. Es cierto que yo trabajo sola al frente de una comarca extensa, con la única compañía de alguien de enfermería y un celador, pero es triste que a las 8 de la mañana, cuando me voy a casa haya tan poca interacción con mis compañeros de primaria, tan sólo un buenos días escueto y poco más. A veces me ha sorprendido como a veces me han dejado de lado cuando he querido comentar el caso de un paciente común que me preocupaba...y me ha hecho entender lo poco que le interesan los pacientes y mucho menos mi existencia.
Y no sé qué decirte para que en esos momentos de vacío te sientas mejor. Quizás la mejor respuesta es la de Mónica, y que pienso copiar en un papel y llevarlo en mi maletín: "Contra eso no hay nada, solo el paso del tiempo, aprender a convivir con ello y sentirte orgulloso porque sabes que aunque nadie te lo reconozca haces correctamente tu trabajo". Una frase estupenda, Mónica.
Un abrazo y sigamos siendo como somos, luchando por hacer nuestro trabajo lo mejor posible y teniendo la cabeza bien alta.
Seguiré visitando tu blog de vez en cuando, es interesante leerte, y sentirme identificada con cada articulo.
no te llena tu trabajo? por que no te sientes lleno de haber atendido a gente, aunque probablemente sean pesados, o ancianos que no saben a quien hablar y por eso van a verte? o listos que se saltan horas del trabajo?
ResponderEliminaryo no hago lo que tu, pero algunos compañeros vienen a mi departamento a contarme sus historias, y por supuesto hay dias que les cerraria la puerta, pero en el fondo algo de mi que tambien esta en ellos...