Desde siempre he tenido asociado el concepto de consulta a aquel espacio emblanquecido, aséptico y casi impersonal que rodea la figura del médico que nos atiende. Os diré que es algo "recomendado" por la empresa que nos ampara. Evidentemente, los colores en las paredes los encontraremos más frecuentemente en los centros privados; la Sanidad Pública es blanca (transparente, diría yo).
Así pues, en este contexto, pocas cosas podemos hacer para personalizar este lugar en el que pasamos, en muchas ocasiones, más de la mitad del tiempo de vigilia. Al menos, yo, que suelo, si lo permite la situación y la carga personal y familiar, dormir no menos de 8-9 horas. Vaya privilegio, dirán algunos. Y no lo niego.
La consulta es el espacio en el que desarrollas tu actividad. Dice mucho de ti. Ni que decir tiene que una mesa llena de papeles sin ningún orden ya dan una idea de lo caótico que puede ser el médico que nos asiste.
La ropa es otro elemento que intentamos cuidar. Mi madre siempre dice: "Hijo, viste bien. Así te vi, así te honré". Y lo cierto es que entran en rebeldía mi espíritu aún juvenil con la voz de la conciencia, que casualmente tiene el mismo tono que la de mi progenitora. En ese sentido, no son pocos los días en que no me pongo la bata. Asisto tal como vengo de casa. Y me siento mejor, más yo, menos artificial. La bata puede ser una cuestión de higiene sanitaria. Así lo entiendo. Pero, quizás sea por su color blanco; lo cierto es que, junto a las paredes, dan la imagen de distancia y asepsia, tan necesaria en ocasiones, pero tan inútil en otras.
Suerte de la planta, mi planta: Un Potus que lleva conmigo casi 4 años. Y ha crecido a mi lado. Ahora ya me rodea. A veces, cuando las personas vienen a consulta y comentan su tamaño, suelo bromear diciendo: "Un día cerrará sus ramas y me atrapará como un pulpo".
Así pues, en este contexto, pocas cosas podemos hacer para personalizar este lugar en el que pasamos, en muchas ocasiones, más de la mitad del tiempo de vigilia. Al menos, yo, que suelo, si lo permite la situación y la carga personal y familiar, dormir no menos de 8-9 horas. Vaya privilegio, dirán algunos. Y no lo niego.
La consulta es el espacio en el que desarrollas tu actividad. Dice mucho de ti. Ni que decir tiene que una mesa llena de papeles sin ningún orden ya dan una idea de lo caótico que puede ser el médico que nos asiste.
La ropa es otro elemento que intentamos cuidar. Mi madre siempre dice: "Hijo, viste bien. Así te vi, así te honré". Y lo cierto es que entran en rebeldía mi espíritu aún juvenil con la voz de la conciencia, que casualmente tiene el mismo tono que la de mi progenitora. En ese sentido, no son pocos los días en que no me pongo la bata. Asisto tal como vengo de casa. Y me siento mejor, más yo, menos artificial. La bata puede ser una cuestión de higiene sanitaria. Así lo entiendo. Pero, quizás sea por su color blanco; lo cierto es que, junto a las paredes, dan la imagen de distancia y asepsia, tan necesaria en ocasiones, pero tan inútil en otras.
Suerte de la planta, mi planta: Un Potus que lleva conmigo casi 4 años. Y ha crecido a mi lado. Ahora ya me rodea. A veces, cuando las personas vienen a consulta y comentan su tamaño, suelo bromear diciendo: "Un día cerrará sus ramas y me atrapará como un pulpo".
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