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miércoles, 19 de mayo de 2010

¿Por qué nos cuesta tanto aprender idiomas?

Estudio realizado por el equipo de Patrick Wong, de la Universidad de Northwestern, en Chicago, y publicado en la revista “Cerebral Cortex” en 2007 (ver artículo en http://www.diariosalud.net/index2.php?option=com_content&do_pdf=1&id=4964)

Se estudiaron 17 voluntarios, cuya edad iba de los 18 a los 26 años. Únicamente conocían y hablaban en inglés (ninguna otra lengua extranjera). A todos ellos se les hizo aprender 18 palabras en un pseudoidioma inventado.
Acto seguido, se les midió el área de Heschl del hemisferio izquierdo (o circunvolución temporal transversa anterior). Esta área, que se corresponde al área auditiva primaria (o área 41 y 42 de la corteza cerebral) parece estar relacionada con la capacidad para aprender idiomas. Dicha medición la realizó el equipo del Instituto Neurológico de Montreal (Canadá), utilizando la resonancia magnética, y se cuantificó el tamaño del área de Heschl, y el volumen de la sustancia gris, y la sustancia blanca en dicho área.

El resultado fue que aquellos participantes cuya circunvolución de Heschl del hemisferio izquierdo era mayor lograban identificar las 18 palabras con mayor precisión (97%) que aquellos cuyo área era menor (sólo obtenían un 63% de acierto).
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Por otra parte, el estudio realizado por el Dr Karl Kim y diversos colaboradores de la Universidad de Cornell (Nueva York), y publicado por la revista Nature en julio de 1997, demostró que, cuando una persona aprendía dos idiomas durante la infancia, estos quedaban almacenados en una zona cerebral concreta. Sin embargo, si las personas aprendían un idioma en la infancia, y otro durante su época adulta, las zonas donde ambos se almacenaban eran diferentes. Para llegar a estas conclusiones, hubieron de estudiar la zona de Broca (que es el área cerebral encargada del lenguaje) de 12 personas: Seis que conocían los dos idiomas desde la infancia, y otros 6 cuyo segundo idioma fue adquirido en la edad adulta. La prueba a la que se les sometió consistió en hacerles pensar, durante 30 segundos (sin emitir palabra alguna) lo que les había pasado durante todo el día anterior, y en cada uno de los idiomas que conocían. Y mientras lo hacían, era estudiada la actividad cerebral de cada individuo mediante diferentes técnicas de resonancia magnética. Así pudieron observar lo arriba relatado: Una misma zona cerebral para aquellas personas bilingües desde la infancia; y dos zonas cerebrales activas para aquellos que aprendieron el segundo idioma en la época adulta.
Esto podría explicar, en gran medida, lo difícil que resulta para los adultos aprender un idioma, cosa que, en la infancia, no sucede.

Pueden ver la noticia, tal y como se publicó, en el siguiente enlace: http://www.elmundo.es/salud/Snumeros/97/S255/S255neurociencia.html

martes, 18 de mayo de 2010

Un entrenamiento cerebral (Brain Training) eficaz

Nuestro estudio de hoy viene a desmentir una noticia que surgió hace unas semanas, y que levantó ampollas. Al menos, parcialmente. El caso es que, a raíz de la publicación en la revista Nature (http://www.nature.com/news/2010/100420/full/4641111a.html) de un estudio que dejaba en entredicho la utilidad de los programas tipo Brain Training, se ha creado una sensación de desazón, de tristeza… ¿De verdad no se puede hacer nada para potenciar nuestra capacidad de cálculo y nuestra memoria, y retrasar con ello un eventual deterioro cognitivo?
El fundador del Centro para el Estudio del Estrés Psicológico de la Universidad de Haifa (Israel), Scholmo Breznitz viene a traernos buenas noticias en este sentido.
El Doctor Breznitz explicaba hace unos días que han desarrollado un programa de ejercicio por ordenador, cuya principal virtud es que está personalizado a cada individuo que a él se somete. Con ello, la persona no se acostumbra a las pruebas a realizar, y conseguimos que potencie sus capacidades de forma más eficaz. Porque, ¿cuántas veces no pasa que alguien, que sabemos que olvida hasta su nombre en ocasiones, no nos ha vencido en el Trivial, y estamos seguros que es porque se sabe las preguntas y las respuestas de tanto como ha jugado? Esta opción queda descartada con el programa del Doctor Breznitz, y su empresa (Cognifit).

¿Es realmente importante un entrenamiento cerebral?

El Doctor Breznitz, neuropsicólogo de profesión, indica que el cerebro ha de trabajar de forma continua. Hemos de entrenarlo, porque “tiene un tendencia a la pereza”.
Así mismo, y siempre según el Dr, las personas con estudios universitarios que mantienen una actividad intelectual variada a lo largo de su vida, tiene un 30% menos de riesgo de demencia senil o Alzheimer.

¿Qué aporta el programa del Doctor Breznitz respecto al Brain Training conocido mundialmente?

Según sus palabras, “el programa, que no es lúdico al 100%, ayuda a aumentar la memoria a corto plazo, la atención dividida (o ser capaz de hacer dos o más cosas a la vez), la coordinación motriz, la percepción, la capacidad de elegir las palabras adecuadas a cada situación (o denominación) o el tiempo de respuesta a cada estímulo.
Pero, para ello, siempre según el Dr, los ejercicios han de ser siempre diferentes, no repetitivos, para buscar los fallos de cada persona y evitar que ésta responda por costumbre, de manera mecánica (a esto se refiere cuando habla de entrenamiento cerebral personalizado).

De acuerdo, previene. Y si la persona ya tiene deterioro cognitivo, ¿sigue siendo eficaz?

Hemos de pensar que la demencia es un proceso evolutivo, progresivo. En este sentido, podemos detener la evolución o, al menos, bajar su velocidad, si realizamos ejercicios mentales de este tipo. Por lo tanto, no perdamos la oportunidad de prevenir.
El propio Doctor Breznitz señala que la mejor manera de mantener un cerebro en buen estado es ofrecerle nuevos estímulos, diferentes de los conocidos por la persona. Con ello, se crean nuevas conexiones entre neuronas, que pueden suplir la función de aquellas neuronas que hemos perdido durante nuestra vida.

¿Es lo mismo deterioro cognitivo que demencia?

El deterioro cognitivo es toda pérdida, total o parcial, de alguna capacidad intelectiva o función superior a realizar por el cerebro (memoria, cálculo, elegir la palabra adecuada…). La demencia sería la fase a partir de la cual esta pérdida de capacidad es tan importante, que influye sobre diferentes aspectos de nuestra vida.
A veces, son tan sutiles los síntomas, que pueden pasar desapercibidos: Olvidos de palabras, o de dónde hemos dejado algún objeto concreto, por ejemplo, pueden ser síntomas de estar comenzando dicho proceso.
Los médicos, ante este problema, solemos aplicar una serie de tests, que nos ayudan a determinar si el paciente muestra signos de deterioro cognitivo, o si simplemente está pendiente de otras cosas, y olvida cuestiones banales. Entre estos tests destacan el test de Pfeiffer (http://audioconsejosmedicos.blogspot.com/search/label/Demencia%3A%20Test%20de%20Pfeiffer) y el test de Lobo (http://audioconsejosmedicos.blogspot.com/search/label/Demencia%3A%20Test%20de%20Lobo). Son muy sencillos de hacer, rápidos, y válidos y fiables a la hora de evaluar lo que pretenden, que no es otra cosa que saber si nuestra capacidad cognitiva sigue íntegra. ¿Se animan a realizarlos? No les llevará más que unos pocos minutos.

Pueden leer la noticia completa, en su fuente original en el siguiente enlace: http://www.europasur.es/article/salud/693974/entrenamiento/cerebral/personalizado/ayuda/combatir/deterioro/cognitivo.html

jueves, 13 de mayo de 2010

¿Se pueden justificar médicamente los milagros?

¿Han visto esa joya italiana de la cinematografía llamada “Lourdes”? Si no lo han hecho, y dado que, desde ya, me puedo considerar un fan de ella, les insto a verla, y a hacer conmigo una reflexión.
El tema tratado no es nuevo: La fe en la existencia de Dios. Ya la filosofía clásica llegó a la conclusión que este punto (la existencia de un ser superior) no podía ser demostrado científicamente (Aristóteles, Santo Tomás…); que era una cuestión de fe (crees o no crees).
Pero, como ustedes saben, en este apartado solemos hablar de medicina. Y el milagro relatado en la película puede ser explicado, al menos parcialmente, por la ciencia. No desvelo más para aquellos que se animen a verla, al menos, en DVD.
Todo el mundo conoce casos sorprendentes, incluso para los médicos: Curaciones inexplicables, mejorías inmensas y rápidas, evoluciones hacia la salud no justificadas por los estudios previos… ¿Pueden ser considerados estos casos como milagros? ¿No habrá algo de casualidad en el hecho que una persona no evolucione a peor, como ha pasado con el otro 99% de los individuos que han padecido esa misma enfermedad?
Algo así pensé hace unos días, cuando un compañero del centro me habló de una persona que había fallecido de un cáncer de páncreas. Para mi se trata de, probablemente, el peor cáncer que existe. Su supervivencia es mínima. Tras un año con la enfermedad, el porcentaje de personas que aún siguen vivas es de un 15-20% en EEUU (imagino que en el resto del mundo la supervivencia no será mucho mejor). Y si buscamos cuántos de ellos siguen vivos a los 5 años, el porcentaje baja a un 2-4%.
Pues, como les iba relatando, mi compañero explicaba el caso de una mujer que había sobrevivido… ¡10 años a dicha enfermedad! ¿Milagro? ¿Coincidencia?
De todas formas, déjenme que les relate dos reflexiones que se hacen en sendos pasajes de la película protagonista de nuestro artículo:
- En el primero de ellos, un guardia de seguridad, que viene a representar el papel del escéptico respecto a lo que él considera un montaje, le pregunta a un sacerdote: “-Padre, explíqueme una cosa… Está claro que Dios no puede ser a la vez bueno y todopoderoso. Si así fuera, curaría a todo aquel que sufre. Por tanto, o es una cosa, o es la otra; pero no ambas.”
Y la segunda reflexión, en forma de chiste o chascarrillo, la comenta el mismo personaje, otra vez delante del sacerdote, y de otro compañero de seguridad. Dice así: “Estaban Jesús, el Espíritu Santo y la Virgen María en el cielo, intentando decidir cuál sería el destino de sus próximas vacaciones. Jesús sugirió:
- Vayamos a Belen.
- No, a Belen no – contestó el Espíritu Santo-. Cada año voy allí. Vayamos a Jerusalem.
- No – contestó Jesús-. Allí he vivido 33 años. Vayamos a Lourdes…
- ¡Genial!- Contestó la Virgen- Allí no he estado nunca…

viernes, 7 de mayo de 2010

¿Tendremos alguna recompensa si seguimos los hábitos saludables?

Que en esta vida todo está medido y cuantificado creo que todos lo sabemos. Uno, que ya pinta canas, ya se sorprendió lo suficiente cuando se enteró que los seguros de vida tienen cuantificados hasta a las personas. Y no sólo los individuos en su conjunto; sino también cada una de las partes de nuestro cuerpo.

Por tanto, no nos ha de extrañar que alguien se haya dedicado a realizar el estudio que hoy les vamos a presentar, y que pueden encontrar en el siguiente enlace: http://news.yahoo.com/s/ap/20100427/ap_on_he_me/us_med_bad_habits_survival_6 . El estudio aparece publicado en Monday’s Archives of Internal Medicine, y originalmente está escrito en inglés. Es por ello que, abusando de su confianza, me he permitido traducirlo y resumirlo. He aquí el resultado.

El estudio se realizó en Gran Bretaña, y participaron algo más de 5000 individuos, que fueron divididos en varios grupos, en función de la presencia o ausencia de los siguientes factores de riesgo:
- Ser fumadores. En este sentido, la ausencia de factor tabaco estaba representada por aquellos que no fumaban, sumados a los que abandonaron el hábito hace años.
- Beber, al menos, 3 bebidas alcohólicas al día, en el caso de los hombres; o más de 2 bebidas con alcohol al día, en el caso de las mujeres.
- No hacer ejercicio físico habitual, o hacerlo menos de 2 horas por semana.
- No comer suficientes piezas de fruta y verdura diariamente (en este caso, el punto de corte eran 3 piezas/día).
A esta cohorte de individuos se les siguió durante 20 años (evidentemente, a todos aquellos que no abandonaron el estudio o que fallecieron durante el mismo). Y los resultados son bastante clarificadores. Por ejemplo, por comparar los extremos opuestos de este estudio:
- Entre toda la población a estudio, 314 individuos tenían los 4 factores de riesgo citados. Y de ellos, 91 (un 29%) murieron durante el estudio, a causa, como se vio en la autopsia realizada, de enfermedades cardiovasculares o cancerosas, claramente relacionadas tradicionalmente con los factores de riesgo citados.
- 387 individuos no tenían ninguno de los factores de riesgo, y de ellos, sólo 32 fallecieron (un 8%).
Pero esos son los datos brutos, estadísticos. Y la gente, lo que quiere saber, es cómo estaban, en apariencia, aquellos individuos que tenían los 4 hábitos no sanos. La propia Dra Elisabeth Kvaavik, investigadora principal del citado estudio, y que ejerce su profesión en la Universidad de Oslo, indicaba que los citados individuos parecían tener 12 años más que los que estaban exentos de dichos factores de riesgo.
A priori, se podría pensar que los criterios para definir los hábitos insanos son bastante restrictivos. Pero la propia Kvaavik indica que, por ejemplo, el gobierno de EEUU recomienda, al menos, 4 piezas de fruta o verdura diariamente para adultos, y no menos de 2 horas y media de ejercicio por semana. Y otras Guías de Práctica Clínica consultadas también tienen criterios más exigentes para considerarlos como saludables.

jueves, 6 de mayo de 2010

¿Eres un adicto al sexo?

Hace unos meses conocimos un aspecto íntimo de un deportista de élite. Un hecho sucedido al azar desencadenó toda una serie de circunstancias que llevaron a esta persona a tener que admitir que padecía una nueva enfermedad: La adicción al sexo.
Porque, ¿realmente estamos hablando de una nueva enfermedad? ¿O más bien estamos ante un nuevo triunfo de aquellos que se empeñan en catalogarlo todo?

Para comenzar, decir que si buscamos en el DSM IV (http://es.wikipedia.org/wiki/Manual_diagn%C3%B3stico_y_estad%C3%ADstico_de_los_trastornos_mentales#Trastornos_sexuales_y_de_la_identidad_sexual) o en la CIE 10 (http://es.wikipedia.org/wiki/Lista_de_c%C3%B3digos_CIE-10) , Manual de Psiquiatría y de enfermedades mentales por excelencia, y Catálogo Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud respectivamente, no encontraremos ningún trastorno que reciba ese nombre (Adicción al Sexo). Ni ese nombre, ni ningún otro similar. De todas formas, Eduardo Cabrera, que es profesor del Instituto de Psicología y Psicoterapia Post-racionalista de Roma concedió una entrevista hace unos días (la pueden encontrar íntegra en el siguiente enlace (http://www.laprovincia.es/sociedad-futuro/2010/04/30/masturbacion-regulador-emocional/298997.html) ) donde, a una pregunta al respecto de la entrevistadora, venía a decir que “el comportamiento sexual no está definido en los manuales de referencia de psicólogos y psiquiatras… esperamos que en 2011 ó 2013 se pueda definir un síndrome que se va a denominar hipersexualidad…”
Por lo tanto, de Adicción al sexo, a la hora de hablar de enfermedad, nada de nada. No existe (al menos, no en los manuales que utilizamos habitualmente los médicos).
Pero además, como explica en el mismo artículo el profesor Cabrera, también es exagerado el término “Adicto al sexo”, que tan festivamente va expresando por ahí la gente. El Dr Cabrera explica que, para hablar de adicción “ha de tratarse de una actividad que se realiza de manera compulsiva… convirtiéndose en una prioridad vital, hasta el punto de interferir en la vida cotidiana y perjudicar las relaciones de pareja… la persona tiene la sensación continua de falta de control sobre sus impulsos…” A todos (o a la mayoría) nos gusta el sexo. Pero de ahí a que guíe nuestra vida va un trecho. Y, como vemos, no podemos hablar de adicción si no se convierte en el centro de nuestro quehacer diario. Sólo es adicto, médicamente hablando, aquel que organiza su vida alrededor y en función de su adicción. Y un día tras otro (no sólo un día concreto en que, por las circunstancias, apetece y hemos de hacer equilibrios para conseguir estar solos con nuestra pareja). Creo que, para la mayoría, no es el caso.
¿Se conoce algo sobre las personas predispuestas a padecer este “problema”?
El Dr Patrick Carnes (http://www.pinegrovetreatment.com/patrick-carnes.html) , que ha sido el galeno de nuestro deportista de élite, y que viene trabajando en este campo desde hace años, cifra en un 6% los hombres y en un 3% las mujeres que, cuando se unifiquen los criterios para definir la Adicción al sexo, los cumplirán. Pero, dado que no es una enfermedad oficialmente aceptada, no existen estudios que permitan conocer los rasgos que caracterizan a esas personas, ni si hay una serie de factores de riesgo que puedan hacer que una persona se convierta en adicta al sexo.
Así que sólo un 6% de los hombres y un 3% de las mujeres cumplirían criterios, según el Dr Carnes. ¿Significa eso que a las personas no les gusta el sexo?
Nada más lejos de la realidad. De hecho, el propio Dr cifra en un 40% los varones que desearían practicar más sexo del que practican. Y un 20% de las mujeres también desearían más actividad sexual con su pareja. Pero, como hemos visto, entre eso y ser adicto, hay una diferencia importante. Deberíamos, pues, hablar con más propiedad al decir que somos adictos al sexo. Y ahora mismo, me vienen a la cabeza varios casos de famosos que, en su día, fueron catalogados de una enfermedad que, como vemos, no existe (al menos, entre los documentos y bibliografía médica oficial).
De todas formas, por si aún quedan dudas al respecto, y como toda verdad siempre tiene dos caras, en el siguiente enlace (http://audioconsejosmedicos.blogspot.com/2010/05/eres-un-adicto-al-sexo.html) encontrarán algunos rasgos de los que catalogarían al teórico adicto al sexo, así como un test con seis sencillas preguntas para saber si usted puede padecer este problema. ¿Se anima a realizarlo?

domingo, 2 de mayo de 2010

Sanidad cubana: 50 años sin recursos

La revista Science hace un análisis de la situación de la salud cubana tras 50 años de embargo, con las consiguientes carencias en medicamentos y material para el correcto ejercicio de la profesión médica.
Dos científicos de la Universidad de Stanford (EEUU), los Dr Paul Drain y Michele Barry, se han encargado de analizar la situación del sistema de salud cubano, y han llegado a la conclusión que la asistencia es similar a la que se puede ofrecer en países desarrollados, que disponen de mucho mayores medios económicos y tecnológicos.
Drain y Barry han constatado que la esperanza de vida en la isla, la cantidad de médicos per capita, el porcentaje de población correctamente vacunada, y el índice de mortalidad infantil (que suelen ser parámetros utilizados habitualmente en el análisis de salud de un país concreto) son los mejores de entre los países latinoamericanos, y pueden equipararse a muchos países con presupuestos económicos mucho mayores (de los denominados países del primer mundo). Y eso, pese a los citados 50 años de restricción en instrumental y medicación. Pero las dificultades, sin duda, agudizan el ingenio.
¿El secreto? No es sólo uno; son varios:
- La potenciación, por parte de los profesionales médicos, del autocuidado por parte de la población, cosa que los hace menos dependientes de los medicamentos. Y, a menos medicación, menos efectos secundarios (que en algunos casos pueden ser peligrosos). Además, una sanidad centrada en los medicamentos y en las exploraciones complementarias caras, como puede ser el sistema sanitario estadounidense, no es eficiente en términos económicos.
- Una buena red de centros de Atención Primaria, accesibles a la población, y donde ésta exprese sus necesidades, sus deseos en temas de salud y sus prioridades.
¿Esto es factible aplicarlo en Estados Unidos?
Ya veremos. Pero va a encontrar un obstáculo importante: En una sociedad en que existe el “hábito” (deleznable, sin duda) de demandar a los médicos/sanitarios ante el menor problema con el tratamiento pautado, o el diagnóstico realizado, los profesionales tenderán, cada vez más, a una medicina defensiva. Y ésta se caracteriza, fundamentalmente, por más medicación y pruebas complementarias (algunas de ellas, carísimas) de las estrictamente necesarias.
Esto, está claro, en el supuesto (es mucho suponer) que no existiesen intereses económicos por muchas de las partes implicadas.

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